Sabado: de la XXIVsemana del Tiempo ordinario
1 Corintios: 15, 35-37.42-49
Se entierra un cuerpo corruptible y resucita incorruptible.
Hermanos: Hay algunos que preguntan: "¿Cómo resucitan
los muertos? ¿Qué clase de cuerpo van a tener?". Es que no se han
puesto a pensar que el grano que se siembra tiene que morir, para que
nazca la planta. Lo que se siembra no es la planta que va a brotar, sino
solamente la semilla, por ejemplo, de trigo o de cualquier otra cosa.
Lo mismo sucede en la resurrección de los muertos: se siembra un
cuerpo corruptible y resucita incorruptible; se siembra un cuerpo
miserable y resucita glorioso; se siembra débil y resucita fuerte; se
siembra un cuerpo puramente humano y resucita un cuerpo vivificado por
el Espíritu divino.
Pues si existe un cuerpo puramente humano, también existe un cuerpo
vivificado por el Espíritu. En efecto, la Escritura dice que el primer
hombre, Adán, fue un ser que tuvo vida; el último Adán es Espíritu que
da la vida.
Sin embargo, no existe primero lo vivificado por el
Espíritu, sino lo puramente humano; lo vivificado por el Espíritu viene
después.
El primer hombre, hecho de tierra, es terreno; el segundo viene del
cielo. Como fue el hombre terreno, así son los hombres terrenos; como es
el hombre celestial, así serán los celestiales. Y del mismo modo que
fuimos semejantes al hombre terreno, seremos también semejantes al
hombre celestial.
Del salmo 55
Caminaré en la presencia del Señor.
Yo sé bien que el Señor está conmigo; por eso en
Dios, cuya promesa alabo, sin temor me confío. ¿Qué hombre ha de poder
causarme daño? R/.
Te debo, Señor, las promesas que te hice, te las
cumpliré con acción de gracias, porque libraste mi vida de la muerte,
mis pies de la caída, para que camine en la presencia de Dios, mientras
tengo la luz de la vida. R/.
Lo que cayó en tierra buena representa a los que
escuchan la palabra, la conservan en un corazón bueno y bien dispuesto, y
dan fruto por su constancia.
En aquel tiempo, mucha gente se había reunido
alrededor de Jesús, y al ir pasando por los pueblos, otros más se le
unían. Entonces les dijo esta parábola:
"Salió un sembrador a sembrar su semilla. Al ir
sembrando, unos granos cayeron en el camino, la gente los pisó y los
pájaros se los comieron. Otros cayeron en terreno pedregoso, y al brotar
se secaron por falta de humedad. Otros cayeron entre espinos, y al
crecer éstos, los ahogaron. Los demás cayeron en tierra buena, crecieron
y produjeron el ciento por uno". Dicho esto, exclamó: "¡El que tenga
oídos para oír, que oiga!".
Entonces le preguntaron los discípulos: "¿Qué significa esta
parábola?". Y Él les respondió: "A ustedes se les ha concedido conocer
claramente los secretos del Reino de Dios; en cambio, a los demás, sólo
en parábolas para que viendo no vean y oyendo no entiendan.
La parábola significa esto: la semilla es la palabra
de Dios. Lo que cayó en el camino representa a los que escuchan la
palabra, pero luego viene el diablo y se la lleva de sus corazones, para
que no crean ni se salven. Lo que cayó en terreno pedregoso representa a
los que, al escuchar la palabra, la reciben con alegría, pero no tienen
raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la
prueba, fallan. Lo que cayó entre espinos representa a los que escuchan
la palabra, pero con los afanes, riquezas y placeres de la vida, se van
ahogando y no dan fruto. Lo que cayó en tierra buena representa a los
que escuchan la palabra, la conservan en un corazón bueno y bien
dispuesto, y dan fruto por su constancia".
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