Viernes: de la XXVsemana del Tiempo ordinario
Eclesiastés (Cohélet): 3, 1-11
Hay un tiempo para cada cosa y todo lo que hacemos bajo el sol tiene su tiempo.
Hay un tiempo para nacer y otro para morir; uno para
plantar y otro para arrancar lo plantado. Hay un tiempo para matar y
otro para curar; uno para destruir y otro para edificar. Hay un tiempo
para llorar y otro para reír; uno para gemir y otro para bailar. Hay un
tiempo para lanzar piedras y otro para recogerlas; uno para abrazarse y
otro para separarse. Hay un tiempo para ganar y otro para perder; uno
para retener y otro para desechar. Hay un tiempo para rasgar y otro para
coser; uno para callar y otro para hablar. Hay un tiempo para amar y
otro para odiar; uno para hacer la guerra y otro para hacer la paz.
¿Qué provecho saca el que se afana en su trabajo? He
observado todas las tareas que Dios ha encomendado a los hombres para
que en ellas se ocupen.
Todo lo ha hecho Dios a su debido tiempo y le ha dado
el mundo al hombre para que reflexione sobre él; pero el hombre no
puede abarcar las obras de Dios desde el principio hasta el fin.
Bendito sea el Señor, mi fortaleza.
Bendito sea el Señor, mi roca firme; El adiestró mis manos y mis dedos para luchar en lides. R/.
Él es mi amigo fiel, mi fortaleza, mi seguro escondite, escudo en que me amparo, el que los pueblos a mis plantas rinde. R/.
Señor, ¿qué tiene el hombre para que en él te fijes?
¿Qué hay en él de valor, para que así lo estimes? El hombre es como un
soplo; sus días, como sombra que se extingue. R/.
Tú eres el Mesías de Dios. - Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho.
Un día en que Jesús, acompañado de sus discípulos,
había ido a un lugar solitario para orar, les preguntó: "¿Quién dice la
gente que soy yo?". Ellos contestaron: "Unos dicen que eres Juan el
Bautista; otros, que Elías; y otros, que alguno de los antiguos
profetas, que ha resucitado".
Él les dijo: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?".
Respondió Pedro: "El Mesías de Dios". Entonces Jesús les ordenó
severamente que no lo dijeran a nadie.
Después les dijo: "Es necesario que el Hijo del
hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los sumos
sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite
al tercer día".
Buenos días, hoy 23 de Septiembre celebramos la memoria de San Pío de Pietrelcina: "mantente alegre, en paz contigo mismo"
Francesco Forgione nace en Pietrelcina en el año de 1887, sus padres fueron Grazio Orazio
Mario Forgione y María Giussepa di Nunzio. Su familia era de clase
humilde, trabajadora y muy devota. Desde niño mostró mucha piedad e
incluso actitudes de penitencia. Su infancia se caracterizó por una
salud frágil y enfermiza. Es desde esta edad donde manifestó un gran
deseo por el sacerdocio, nacido por el encuentro que tiene con un fraile
capuchino del convento de Morcone (a 30 km
de Pietrelcina) llamado Fray Camillo quien pasaba por su casa pidiendo
limosna. Su padre tuvo que emigrar a América para poder pagar sus
estudios, en 1898 a Estados Unidos y en 1910 a Argentina. Desde su niñez sufrió los que él llamaba «encuentros demoníacos», que lo acompañarán a lo largo de su vida.
Sin duda alguna lo que hizo más famoso al Padre Pío fue el fenómeno de los estigmas,
llamados pasionarios (por ser semejantes a los de Jesucristo en su
Pasión): heridas en manos, pies, costado y hombro, dolorosas aunque
invisibles entre 1911 y 1918, y visibles desde este último año hasta su
muerte. Su sangre tenía al parecer perfume de flores. , aroma asociado a la santidad. La noticia de que el padre Pío tenía
los estigmas se extendió rápidamente. Muy pronto miles de personas
acudían a San Giovanni Rotondo para verle, besarle las manos, confesarse
con él y asistir a sus misas. Se trató del primer sacerdote
estigmatizado.
Tiempo antes de morir, los estigmas que había padecido los últimos
50 años cicatrizaron. Cuando le quitaron los guantes prácticamente no
quedaban marcas de ellos.
En noviembre de 1969 comenzaron los preliminares de la causa de
beatificación del padre Pío. El 18 de diciembre de 1997, el papa Juan
Pablo II lo pronunció venerable. El 2 de mayo de 1999, el mismo papa lo
beatificó, y el 16 de junio de 2002, lo canonizó bajo el nombre de san
Pío de Pietrelcina
No hay comentarios :
Publicar un comentario