XXVII DOMINGO ORDINARIO
El justo vivirá por su fe.
¿Hasta cuándo, Señor, pediré auxilio, sin que me
escuches, y denunciaré a gritos la violencia que reina, sin que vengas a
salvarme? ¿Por qué me dejas ver la injusticia y te quedas mirando la
opresión? Ante mí no hay más que asaltos y violencias, y surgen
rebeliones y desórdenes.
El Señor me respondió y me dijo: "Escribe la visión
que te he manifestado, ponla clara en tablillas para que se pueda leer
de corrido. Es todavía una visión de algo lejano, pero que viene
corriendo y no fallará; si se tarda, espéralo, pues llegará sin falta.
El malvado sucumbirá sin remedio; el justo, en cambio, vivirá por su
fe".
Del salmo 94
Señor, que no seamos sordos a tu voz.
Vengan, lancemos vivas al Señor, aclamemos al Dios que nos salva. Acerquémonos a Él, llenos de júbilo, y démosle gracias. R/.
Vengan, y puestos de rodillas, adoremos y
bendigamos al Señor, que nos hizo, pues Él es nuestro Dios y nosotros,
su pueblo; Él es nuestro pastor y nosotros, sus ovejas. R/.
Hagámosle caso al Señor, que nos dice: "No
endurezcan su corazón, como el día de la rebelión en el desierto,
cuando sus padres dudaron de mí, aunque habían visto mis obras". R/.
2 Timoteo: 1, 6-8. 13-14
No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor.
Querido hermano: Te recomiendo que reavives el don
de Dios que recibiste cuando te impuse las manos. Porque el Señor no
nos ha dado un espíritu de temor, sino de fortaleza, de amor y de
moderación.
No te avergüences, pues, de dar testimonio de
nuestro Señor, ni te avergüences de mí, que estoy preso por su causa.
Al contrario, comparte conmigo los sufrimientos por la predicación del
Evangelio, sostenido por la fuerza de Dios. Conforma tu predicación a
la sólida doctrina que recibiste de mí acerca de la fe y el amor que
tienen su fundamento en Cristo Jesús. Guarda este tesoro con la ayuda
del Espíritu Santo, que habita en nosotros.
San Lucas: 17, 5-10
¡Si ustedes tuvieran fe...!
En aquel tiempo, los apóstoles dijeron al Señor:
"Auméntanos la fe". El Señor les contestó: "Si tuvieran fe, aunque
fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a ese
árbol frondoso: 'Arráncate de raíz y plántate en el mar', y los
obedecería.
¿Quién de ustedes, si tiene un siervo que labra la
tierra o pastorea los rebaños, le dice cuando éste regresa del campo:
'Entra en seguida y ponte a comer'? ¿No le dirá más bien: 'Prepárame de
comer y disponte a servirme, para que yo coma y beba; después comerás y
beberás tú'? ¿Tendrá acaso que mostrarse agradecido con el siervo,
porque éste cumplió con su obligación?
Así también ustedes, cuando hayan cumplido todo lo
que se les mandó, digan: `No somos más que siervos; sólo hemos hecho lo
que teníamos que hacer' ".
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